28 de Septiembre 📒🖋

¡Llegó el gran día! El comienzo del safari, el motivo que nos trajo hasta Tanzania. Fuimos al aeropuerto de Arusha a tomar un vuelo hacia Kuro rumbo al Tarangire National Park donde comenzaría la aventura viendo a los animales en su hábitat natural.

Mientras nos pesaban los bolsos y controlaban nuestra documentación para el embarque, tuvimos una pequeña situación: el mouse de la computadora del empleado del aeropuerto se había quedado sin batería y al parecer no tenían otra.

Lo interesante fue la reacción de los cuatro o cinco empleados que estaban allí: miraban el mouse, que la flecha no se movía en la pantalla y conversaban entre ellos sin buscar ninguna solución al problema, sin moverse del lugar y sin que la situación los afectara.

Al darnos cuenta de lo que ocurría, nosotros les facilitamos una pila y así finalizó nuestro proceso de embarque, con muchas risas en ambos lados del mostrador. Pole pole.

September 28th 📒🖋

El avión era diminuto, con capacidad para apenas catorce personas, incluyendo al piloto y copiloto. El equipaje tenía que ser muy limitado debido a la falta de espacio, y entre los asientos apenas había lugar para sentarse cómodamente o moverse.

La situación nos resultó un poco incómoda pero a la vez graciosa. Compartimos el vuelo con un grupo de seis personas de Canadá, y las risas y las bromas empezaron apenas estuvimos todos sentados creando un ambiente relajado y divertido; a pesar de que yo estaba aterrada.

Sentada junto a la ventanilla pude observar durante el vuelo esos paisajes que hacen a África tan inconfundible. Desde las alturas, fue posible distinguir zonas con más vegetación intercaladas con áreas más áridas, me sentí como si formara parte de un documental, descubriendo una tierra todavía salvaje y con la certeza de estar viviendo algo único e inolvidable.

Tras un vuelo corto, aterrizamos en una pista de aterrizaje perdida en medio de la nada, sin rastro de un aeropuerto, con un tinglado y dos baños como toda estructura. Allí nos esperaba Sammy, quien sería nuestro guía durante nuestra estadía en el Sanctuary Lodge, el alojamiento que nos recibiría dentro del Tarangire National Park.

Nos pusimos en marcha hacia nuestro campamento y los primeros animales que aparecieron en el camino fueron mis favoritos: las cebras. Algunas cruzaban tranquilamente delante del jeep, mientras otras permanecían al costado del camino y corrían cuando nos acercábamos. Me dio la sensación de que son animales curiosos quizás por esos ojos enmarcados con enormes pestañas que parecían realzar un poco más su elegancia natural.

Sammy nos explicó que los animales perciben el jeep en el que viajábamos como un todo, sin diferenciarnos como individuos sino formando parte de una unidad con nuestro vehículo. Razón por la que no debíamos sacar los brazos o bajarnos del mismo.

Sin embargo, no puedo evitar pensar que, con sus sentidos tan desarrollados, especialmente el olfato, deben ser capaces de percibirnos de alguna manera. Nuestros cuerpos huelen a repelente de insectos, a transpiración, a veces a miedo y, en otras ocasiones, a pura emoción. Me cuesta creer que animales con una gran capacidad sensorial para sobrevivir no puedan captar nuestras presencias de alguna forma.

Es sólo una reflexión personal, nada científico, pero me intriga esa conexión invisible, esa frontera entre lo que ellos perciben y lo que nosotros creemos que no.

En una parte del recorrido, Sammy redujo la velocidad, nos pidió silencio y apagó el motor. Me puse en alerta, no sabía con qué nos íbamos a encontrar y sentí un poco de miedo.

A un costado del camino, muy cerca del jeep, un elefante comía tranquilamente. La proximidad me pareció un riesgo. Era gigantesco y si bien parecía concentrado en alimentarse sentí que podría cambiar de opinión en cualquier momento. Sammy nos explicó que Bubba era un elefante solitario que solía encontrar en ese mismo lugar, en cada cada recorrido. Por la familiaridad entre ambos, nuestro guía confiaba y así pudimos acercarnos a él.

Foto Barnaby Sheridan

Sacamos fotos mientras Bubba, de repente, dejó de comer, caminó con lentitud hacia un árbol, se apoyó en el tronco y cerró los ojos, como si necesitara un momento de descanso. Había algo profundamente conmovedor en esa escena; era imposible no sentir admiración y ternura por ese gigante solitario.

De golpe abrió y cerró los ojos con un movimiento que me pareció un guiño. ¿Lo fue? No lo sé, pero le tomé una foto. Me pareció que me miraba directamente. Le sonreí, sintiéndome algo ridícula. Hubo un instante breve y extraño en el que simplemente nos observamos, él desde su majestuosidad y yo tan pequeña y vulnerable en el jeep.

Foto Barnaby Sheridan

Poco después, Bubba comenzó a caminar con calma, cruzando delante de nosotros. Sus movimientos eran deliberados y llenos de fuerza, como si supiera perfectamente el impacto que generaba. Parecía pavonearse mientras se alejaba.

Sammy encendió el motor nuevamente y nos movimos despacio, dejando a Bubba atrás. Ese encuentro quedó grabado en mi memoria como uno de los momentos más mágicos del viaje.

Cuento – Tale

2 respuestas a “Tanzania (Episodio 3)”

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