Toda esta historia empezó un frío domingo de julio de 2012 (prometo que esto no es una HDC) cuando Eleonora; si, la de las sorpresas… ahora pienso que esta fue la primera…; me preguntó si sabía hablar inglés porque quería darle mi contacto a un compañero de trabajo americano de Juan, su novio en ese momento y actual marido. Ese fue el puntapié inicial de esta historia, de esta Vida de Película.

Esta semana recibí por correo una carta con mi nuevo estatus en Estados Unidos. A partir de ahora soy una residente permanente. Esta noticia nos puso muy contentos, pero no sólo a nosotros, si no también a nuestros vecinos que rápidamente me dieron esta sorpresa con globos y torta conmemorativa 🙂
El tema de la residencia fue un proceso que comenzó en octubre de 2016 y que luego de la presentación de papeles, entrevistas, cartas de recomendación firmadas 2 veces (luego del casamiento y el año pasado) por Chris MacMillan, Valerie Ebinger, Andy Friedman, Lisa McCaffrey y Peter Stroeve y en esta última etapa por Cherie Guppenberger y Sheila Britschgi (mis nuevas vecinas y amigas) culminó con la llegada de mi green card. A todos ellos les agradezco infinitamente la confianza que me tuvieron 🙂
Y para festejar este acontecimiento quiero contarte cómo fue mi primer viaje a los Estados Unidos.
En agosto de 2014, decidimos con Barnaby tomarnos unas vacaciones en su país. Ese fue, como te comenté anteriormente, mi primer viaje a Estados Unidos. Creo que si alguien en ese momento me preguntaba si vendría a vivir a este país hubiese dicho que no… pero muchas circunstancias cambiaron al año siguiente (ahora me doy cuenta que para bien) y es por eso, entre otras muchas razones, que estoy viviendo acá.
Pero volvamos al viaje… La idea fue empezar por Portland, que es donde Barnaby tenía su casa y hacer un viaje en auto conociendo diferentes lugares con destino final Los Angeles (unos 1500 kilómetros) Ese fue nuestro primer «road trip» quien lo hubiera dicho!! Luego cada año continuamos con la tradición de hacer un viaje por diferentes rutas y ojalá este año (tan raro) podamos hacer el que teníamos planeado por el estado de Washington… ya veremos 🙂
La llegada a Portland fue emotiva, ahí tuve la oportunidad de conocer a Paige, la hija de Barnaby , a sus amigos: Val, Rod, Lisa, Patty, Jeff y Martin y hasta a su ex esposa, acontecimiento que estaba lejos de los planes pero pasó 🙂 . La enseñanza que me dejó esa experiencia es que es una inversión viajar elegante antes que cómoda 😉
Cuál fue mi impresión del país? La verdad es que todo me llamaba la atención, las cosas muy americanas donde todo es grande: las tiendas, los autos, las porciones de comida por nombrarte algunas. Un lugar donde todo funciona y la atención al cliente es excelente, eso fue un enorme impacto. Pero el Pacific North West además es (lo digo en presente por que lo sigo sintiendo) impresionante, tiene cosas que me enamoraron, como por el ejemplo un verano con días extra largos y secos, unos cielos para caerse de espalda, muchísimas rosas, bosques al costado de la autopista y espacios llenos de naturaleza en el medio de la ciudad y además gente que te sonreía por la calle… yo tenía una idea totalmente diferente de los americanos y eso me hizo pensar que nunca es bueno tener preconceptos.

Voy a decirte que Portland fue amor a primera vista: los puentes, el río Willamette y el Columbia, los colores del cielo, los árboles, la gente vistiendo raro, la librería Powells que es gigante y podes pasar un día entero recorriéndola, en fin, todo me pareció un flash.
Luego de algunos días en Portland y sus alrededores partimos hacia el sur donde nuestra primera parada fue Crater Lake ubicado en el Parque Nacional del mismo nombre en Oregon. Dicen que es el lago más profundo de Estados Unidos, la verdad que a mi esos datos me dan lo mismo pero lo interesante fue el color azul del agua y que se veía realmente imponente. Pensar que allí alguna vez hubo un volcán… siempre me sorprende la fuerza de la naturaleza. Es un lugar que está en mi lista para volver.

Luego de este emocionante lugar tuve la oportunidad de conocer a Katherine y Wendell , los papás de Barnaby, en un restaurant en algún lugar de Oregon. A ambos se los veía muy emocionados, me imagino que habrá sido una rareza que Barnaby les presentara a una argentina 🙂 . Desde ahí estuvimos viajando hacia California y llegamos a un parque llamado Coast Redwood, donde encontramos unos árboles gigantescos que como veras no entraron en ninguna foto 🙂 Realmente espectacular.

Continuamos hacia el wine country, seguramente habrás escuchado o hasta probado los vinos californianos (hoy te digo que los de Oregon o Washington no tienen nada que envidiarles y además cuestan la mitad, je!) Estuvimos en un departamento en el medio de viñedos muy cerquita de Healdsburg en Sonoma. PRECIOSO 🙂

Para ir de paseo por las diferentes bodegas a Barnaby se le ocurrió que podíamos recorrerlas en bicicleta…. es el día de hoy que no entiendo cómo sobreviví a esa experiencia, el camino estaba lleno de subidas y bajadas, mi estado físico dejaba mucho que desear y por momentos se me hacía imposible pedalear (obviamente en las subidas) … pero llegué y la verdad es que fue duro pero también muy divertido , aunque no volvería a repetirlo 😉

Despidiéndonos del wine country pasamos por una última bodega, de manera a mi gusto más civilizada (o sea sin las bicicletas) y encontramos que también sembraban Malbec y por eso me saqué la foto entre los viñedos.

Desde Sonoma partimos hacia San Francisco, ciudad de la que me enamoré perdidamente. Apenas apareció y cruzamos el Golden Gate, ese puente que tantas veces vi en películas quedé fascinada. Acá probé por primera vez el clam chowder o sopa de almejas, la cual fue un camino de ida, cada vez que tengo oportunidad sigo probándola en diferentes lugares y acá te spoileo información: las mejores las encontré en Seattle 🙂 pero esto es hablar del futuro….


Desde ahí continuamos hacia Los Angeles y nos quedamos en la casa de Andy, el amigo de Barnaby de la escuela. La historia es algo graciosa, cuando me encontré por primera vez con Barnaby en Buenos Aires (allá por el 2012) estaba con Andy, así que los conocí a los dos juntos 🙂 .
El nos llevó de paseo por diferentes lugares de LA para que yo conociera, y digo con un poco de pudor que si bien disfruté la ciudad, no está entre mis favoritas, la sentí extremadamente artificial, pero como todo, gustos son gustos.

Una de las cosas que más me gustaron fue ir los Universal Studios, lugar donde por un día (o los que vayas de visita) volverás a sentirte un niño. Cuando fuimos hacía muchísimo calor pero esos pases de front line nos evitaron colas y también aprovechamos la montaña rusa de agua dos veces para poder refrescarnos, un enorme agradecimiento a Jurassic Park.

Para el cierre de nuestro viaje, Andy nos invitó a un lugar algo secreto, porque había que ir con invitación y bien vestidos, donde todo giraba en torno de la magia, muy entretenido y algo totalmente diferente.

Me gustó recordar este viaje y espero que lo hayas disfrutado conmigo. Hasta pronto y gracias por acompañarme en mis aventuras.
Soñado amiga me encanto viaje con vos ❣️
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Gracias, Ali!! Una loca historia de amor 🥰
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